En el cráneo infantil ocurren rápidos cambios desde el nacimiento hasta el primer o segundo año. En la infancia el cráneo adopta su forma definitiva. La forma original se debe a presiones prenatales y al grado de dureza del hueso. Después del nacimiento los huesos tienden a ajustarse a las condiciones que les son impuestos, el crecimiento del cerebro, la soldadura de los huesos fontanelas, dejados abiertos por la naturaleza para facilitar el alumbramiento. Los tipos raciales de cráneo son heredados, pero el tipo individual se debe muchas veces a la casualidad.
El cráneo en el bebé es mucho más grande en proporción a la cara en el adulto. La cara hasta las cejas ocupa un cuarto de toda la cabeza. Por eso los ojos están debajo del punto medio. Conviene para emplazar el rostro del bebé emplear los cuartos de punto. La nariz, los ángulos de la boca y el mentón coinciden casi exactamente con esos puntos.
A medida que la cabeza del bebé se desarrolla, la cara se alarga en proporción al cráneo, por tanto, los ojos y las cejas se desplazan en altura. En realidad, el desarrollo del maxilar inferior lo alarga hacia abajo, y la nariz y el maxilar superior igualmente se prolongan. A causa de esos cambios los ojos del adulto, y del adolescente están en la línea media de la cabeza. Importa saberlo porque el emplazamiento de los ojos en relación con la línea media es la manera más exacta de establecer la edad de un niño. El iris está completamemente desarrollado en el bebé, y su tamaño no aumentará; por consiguiente, los ojos parecen más pequeños en el rostro adulto. No obstante, la abertura de los párpados se ensancha, y así vemos una mayor parte del globo del ojo en el adulto que en el niño.
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