Para pintar al óleo se utilizan usualmente dos tipos de pinceles: los duros, de pelo de jabalí o de "cerdas", y los de pelo suave, entre los que destacan los de marta. Estos últimos también se utilizan para la acuarela por su gran capacidad para retener el agua.
Los pinceles duros son los más adecuados si se utiliza la pintura tal como sale del tubo o se aclara un poco. Se pueden hundir en los pequeños cantidades de pintura que disponemos en la paleta y extenderlos con firmeza sobre el lienzo en que se trabaja.
Cuando se pinta sobre una superfice lisa, como papel, cartulina o cartón, las cerdas de los pinceles duros pueden dejar pequeños arañazos con cada pincelada. Ello no preocupa a algunos pintores; pero otros creen que es mejor la utilización de algún tipo de pincel más suave.
El tamaño y la forma de los pinceles
No es preciso adquirir muchos pinceles grades, pero sí que necesitarás varios pinceles duros pequeños y medianos. Esto no obedece al deseo de obtener efectos distintos con cada uno de ellos, sino a la necesidad de contar con un pincel para cada uno de los colores básicos. Si no actuaras de este modo, tendrías que lavar escrupulosamente tu único pincel cada vez que quisieras aplicar otro color.
Los pinceles duros más flexibles y de más fácil manejo son los planos, terminados en forma cuadrada, y los "almendrados".
Si has de efectuar un trabajo detallado o que requiera el trazado de líneas muy delgadas, adquiere también algunos pinceles puntiagudos de pelo suave. Para conseguir efectos muy leves, los mejores son los planos.
Si no le atrae demasiado la realización de acabados muy ligeros o detallados y deseas extender la pintura lo más libremente posible, utiliza sólo pinceles duros. Cuando necesites comprar pinceles suaves, no prestes atención al hecho de que el vendedor los llame pinceles para pintar al óleo o a la acuarela; sólo tienes que fijarte en el tipo de pelo. Entre los suaves, el demejor calidad quizás es el de marta, que posee un extraordinario vigor y elasticidad. Pueden ser satisfactorios otros pinceles más baratos, pero con mucha frecuencia son demasiado flácidos y débiles.
La conservación de los pinceles
Se puede ser poco exigente a la hora de escoger un pincel, pero el cuidado con que se le trate nunca es excesivo. Un buen pincel merece un buen trato y hay que lavarlo a continuación de su empleo.
Cuando utilices pintura al óleo, lava a menudo los pinceles con esencia de trementina (aguarrás), oprimiendo con suavidad las cerdas con un trozo de tela o de un material absorbente como, por ejemplo, papel higiénico. Asegúrate de limpiar bien la parte de la virola en la que se inserta el pelo; éste es el punto donde los pinceles se deteriora con más facilidad.
Después de lavar los pinceles con esencia de trementina, puedes lavarlos con agua caliente y jabón ordinario. No es necesario que lo hagas cada vez que los utilices, pero sí con frecuencia. Ponte un poco de espuma en la palma de la mano y frota ligeramente el pincel, para que se desprenda la pintura de la virola. Repite esta acción hasta que la espuma no adquiera color, señal de que el pincel está limpio, y aclara el pincel.
Si se pinta siempre sobres superficies razonablemente receptivas y la técnica empleada no incluye la ejecución de demasiadas florituras con el pincel, tales como arrastrarlo o golpear la tela con él, un buen pincel dura mucho tiempo.
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