A casi todos los niños y jovenes les gusta dibujar. Y es comprensible, porque coger un lápiz y hacer que de un papel en blanco vaya surgiendo una imagen que un momento antes no existía es algo emocionante y que llena de satisfacción a cualquiera.
A todos ellos les gustaría dibujar, pero les gustaría hacerlo mejor. Darían cualquier cosa porque sus manos dominen el papel y el lápiz a voluntad, que sus dibujos cada vez fuesen mejores y despertasen la admiración de todos. Para ello voy a dejar unas técnicas y trucos.
En primer lugar nunca hay que burlarse de los dibujos que hacen los demás. Es prefierible aprender de ellos fijándonos en lo que está bien o mal hecho para imitarlo o no repetirlo cuando nosotros nos pongamos a dibujar. Además nadie nace aprendido y todos mejoramos con la práctica y para ello necesitamos ganas y animos de los que nos rodean.
El segundo consejo es practicar. De la misma manera que un músico o un deportista siempre están practicando para mejorar, el dibujante tiene que hacerlo también. En tu mesa de trabajo no debe de faltar nunca papel en blanco porque en cualquier momento puedes necesitarlo para dibujar algo que se te acaba de ocurrir.
Cuando salgas, llévate un bloc y sigue dibujando en cualquier sitio, estés donde estés.
Si un dibujo te sale mal, hay que repetirlo una y mil veces hasta que te salga bien.
Al principio es bueno no dedicarle muchas horas seguidas al dibujo pues llega un momento que no sabes si estás dibujando correctamente o no. Asi que divide tu tiempo, deja el dibujo en la mesa y sal a dar una vuelta o aprovecha para hacer otra cosa por la casa o por tu cuato (siempre sin mirar el dibujo). Al bado del rato vuelve y verás cómo ha cambiado el dibujo, te parecerá otro, y él mismo te revelará lo que está mal y lo que está bien. También es bueno levantarse de vez en cuando y ver este desde lejos.
Cuando estés fuera mira como un dibujante. Aprovecha tu tiempo en el exterior, obsérvalo todo: como son las cosas, qué forma tienen, cómo se mueven y de qué manera se relacionan entre sí. Míralo todo con antelación, ya que en algún momento tu cabeza pondrá esa información en circulación y acabará en la mano que sujeta el lápiz.
Sin luz no hay imágenes, ni formas, ni colores. Sin luz no hay dibujo. Por lo tanto, la mesa en la cual dibujes debe de estar cerca de una ventana, para que la luz que entre venga por tu lado izquierdo ( por el derecho si eres zurdo). Asimismo, la lámpara que coloquemos sobre la mesa debe quedar situada en la esquina superior izquierda. Si la luz viene del lado derecho, la sombra de nuestra mano tapará el dibujo.
Si tenemos una mesa fijo (que no es abatible) en nuestro equipo no debe de faltar un tablero de dibujo. Es imprescindible para dibujar en papeles grandes. Con un tablero de chapa de madera de unos 50x70 cm bastará. Apoya este entre tus piernas y la mesa, regulando la inclinación con la distancia a que nos sentemos de la mesa.
Los papeles son como una cuadrilla de obreros especializados. Cada uno sirve para un trabajo diferente. El papel liso es más adecuado para: lápiz duro para dibujo técnico, pluma y tinta, pincel y tinta, estilógrafos y rotuladores. El papel rugoso es más adecuado para: lápiz blando para dibujo artístico, carbón, lápices de colores, pastel y ceras y acuarela. Cada artista tiene un papel favorito, así que si quieres saber cuál es el tuyo, lo mejor es que pruebes con varios de ellos de distintas características.
Si llevas mucho rato con un dibujo y está lleno de limaduras de goma, no las quites con el dorso de la mano porque emborronarás el dubjo y de paso ensuciarás el papel. Coge el papel por sus extremos, lo doblas un poco y das varios golpes secos con el canto en la superficie de la mesa. Quedará limpio de goma. Por último quita esos restos de goma de la mesa para que no se peguen al dorso del papel.
Muy importante es tener las manos limpias cuando dibujas porque sino mancharías el papel. No obstante procuar coger y sujetar el papel por los bordes mientas dibujas. Aunque tu mano esté limpia puedes engrasar el papel, ya que la mano tiene una grasa natural, y luego no abserberá bien este el color.
Para evitar que la mano con la que dibujas sobre el papel lo engrase y ensucie al apoyarla y arastrarla, colócate debajo un papel fino.