Gran parte del placer y emoción que causa al espectador un paisaje reside en la observación de los efectos transitorios de la metereología, y los colores y la luz que el paisaje adopta bajo determinadas condiciones climatológicas, en las diferentes horas del día o las distintas estaciones del año. El paisaje depende por lo tanto del cielo. Éste actúa como un gran cristal de color que lo inunda todo con su luz y que marca la pauta cromática del paisaje. Para comprender mejor la inlfluencia que este ejerce sobre el paisaje no hay más que fijarse en el mar. Verá como el color que éste presenta depende en gran medida del color del cielo que refleja, es decir, un cielo grisado dará lugar a un mar oscuro también grisado, mientras que un día soleado y claro dará lugar sobre la superficie del mar azules brillantes y verdes turquesas.
Muchas veces, un paisaje en unas condiciones metereológicas determinadas es un tema difícil de captar sobre un lienzo o papel dada su fugacidad. Sin embargo es importante tener en cuenta estos cambios atmosféricos e integrarlos en la composición. Ya que estos infunden al paisaje alma, dan un nuevo sentido a la naturaleza, de manera que desaparece todo lo que evoca inmobilidad, estabilidad, gravedad, densidad o firmeza para diluirse en lo fluido y impalpable del viento, de la luz, de la atmósfera...Pero no todo se reduce a las condiciones atmosféricas, también las diferentes luces del día como el amanecer, la puesta de solo o los cambios producidos por las estaciones afectan a la apariencia del paisaje. No luce lo mismo un sol estival que uno invernal: mientras que en verano la luz es más directa, en invierno esa misma luz se vuelve más difusa.

La pintura al aire libre es muy gratificante, proporciona el placer de estar en contacto directo con la naturaleza y sus elementos. Verás como al cabo de poco tiempo serás consciente no sólo de los colores, sino delos elementos de la naturaleza que te rodean. Y todo esto beneficiará sin duda a tu obra.
No obstante para poder retratar correctamente los diferentes fenómenos de la naturaleza es imprescindible tener una base y conocer cómo traducir cada una de las inclemencias metereológicas sobre el lienzo o el papel, además de los trucos necesarios para ser capaces de representar elementos tan absrtractos e invisibles como el viento. Pues entre este post y los siguientes voy a intentar ver con vosotros como retratar las fuerzas de la naturaleza e intentar comprender como influye cada uno de estos estados climatológicos en la resolución final del cuadro.
Uno de los aspectos más importantes del paisaje es el color, dado su componente emotivo capaz de estimular nuestros sentidos, no sólo nuestros ojos. El color puede utilizarse para sugerir o acentuar el carácter de una pintura, así como para crear una muestra emocional en la mente del espectador. Los aspectos cambiantes del clima repercuten directamente en los colores y por lo tanto en la armonía cromática que presenta el conjunto. Cualquier puesta de sol infunde colores anaranjados y violáceos al paisaje.

Observará como a ciertas horas del día o bajo determinadas condiciones atmosféricas, los colores que normalmente contrastan parecen estar en armonía. La armonía es posiblemente la más sutil y evocadora de todas las relaciones entre colores y puedes utilizarla de forma efectiva para proporcionar carácter a las pinturas.
Por tanto, cuando un artista se enfrenta al reto de pintar un paisaje, lo primero que debe hacer es reconocer cada una de estas tendencias cromáticas dadas por la propia naturaleza y acentuarlas para lograr una mejor armonización de color. Esto implica organizar los colores de nuestra paleta para conseguir las gamas de color requeridas en cada caso.
Aunque las relaciones armónicas sean las más agradables y fáciles de conseguir en una obra, evita caer en la monotonía de los colores apagados cuando pintes. La variedad de tono e intesidad evita esto, puesto que sitúa el énfasis en un matiz que domina el conjunto a través de un ligero constraste provocado.
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